Lo frívolo, no cuidarse

Por años, internalicé la idea de que preocuparse por la imagen era algo banal, una pérdida de tiempo y hasta un esfuerzo innecesario. Estos son algunos de los pensamientos reduccionistas que subyacen en conversaciones sociales, los cuales sostuve durante largo tiempo.  ¿Qué me estaba perdiendo al creer que cuidar mi imagen era algo superficial? 

Recuerdo con claridad la primera vez que tuve cara a cara al concepto de asesoramiento de imagen. Fue durante una sesión de coaching, algo totalmente inesperado. La asesora, con una sonrisa, mencionó su profesión y en ese instante mi mente hizo un escaneo completo de mi atuendo. ¿Qué impresión le habría causado? Esa pregunta me acompañó de manera recurrente. Resulta que ese encuentro ocurrió hace ya 9 años. Lo curioso es lo que pasó cuando ella se fue de la sesión. Fui directo al espejo para ver si yo misma aprobaba lo que tenía puesto y entre sorpresa y vergüenza me di cuenta, de manera implícita, que le daba importancia a la imagen. Si bien pensé que estaba arreglada, no me veía profesional. Y sentí esa piedra en el zapato durante un par de años, queriendo vestirme con onda a veces y otras tantas queriendo sostener que lo importante está dentro de cada persona. Lo que no podía reconocer es que no sabía nada del tema y, además, el no conocer mi estilo me frustraba al momento de comprar y ni hablar al momento de vestir.

Por un lado, quería ser fiel a lo que creía era mi estilo, pero, por otro, sentía la presión de vestirme más formal y profesional para ser tomada en serio en el ámbito laboral. Era como si tuviera dos personalidades enfrentadas: la que quería expresarse y la que quería o necesitaba encajar. ¿Existe una contradicción entre ser auténtico y cuidar nuestra imagen?

Dos años más tarde, dicha Asesora, me propuso participar en la carrera de Asesor de Imagen dictando un módulo que se llamaría Coaching en Imagen. Ese año comprendí la importancia de la imagen, no solo como una cuestión estética, sino como una forma de comunicarme conmigo misma y con los demás. Comencé a leer, estudiar y cada vez me acercaba más a la relación entre la imagen y la autoestima. Y cual algoritmo de Instagram, aparecían investigaciones que demostraban que las personas que se sienten bien con su apariencia, tienen mayor confianza en sí mismas y hasta suelen tener un mejor desempeño en diferentes ámbitos de su vida. ¿Cuántas veces subestimamos el poder de sentirnos bien con nuestra apariencia?

Restringida por una construcción social, la idea de que cuidar la imagen era frívolo limitaba mi capacidad de expresarme y valorarme. Sin embargo, descubrí que la imagen no es solo apariencia, sino un poderoso recurso para sentirme cómoda en mi propia piel y proyectar la imagen que deseo en entornos diferentes.

Y cuando conocí mi estilo, aprendí a vestirme de manera auténtica, (en mi caso autenticidad es sinónimo de comodidad, ropa suelta, trajes con zapatillas, pelo corto y desmechado que no necesita secador) no solo me sentí más segura, sino que también me di cuenta de que podía influir en cómo los demás me percibían. 

Al final, la imagen es una forma de arte, un recurso de comunicación y un reflejo de nuestra identidad. Cuando nos permitimos ser genuinas y expresarnos a través de nuestra ropa, estamos construyendo una relación más sana con nosotras mismas y con el mundo. Te propongo explorar tu propio estilo y descubrir cómo la imagen puede mejorar la relación con vos misma.

Recordá, lo frívolo es no cuidarse.

¡Te abrazo!

Ine